- Háblale despacio y claro.
- Intenta hablarle siempre de frente y a poca distancia. Si el niño no nos puede ver le será difícil imitar las vocalizaciones del adulto.
- Trata de utilizar un vocabulario familiar, palabras conocidas referidas a objetos y personas de su entorno. Es necesario evitar el uso de palabras que no están dentro del repertorio léxico de la lengua (chicha, pipa, guaguau…).
- Es fundamental que hablemos con el niño o niña, no se tienen que escatimar los esfuerzos, a pesar de que parezca que no nos entiende.
- No utilices expresiones sofisticadas, se trata de hablar con el niño, y los dos tenéis que participar en el diálogo. Habladle de forma sencilla, con estructuras cortas y comprensibles.
- Dale el tiempo que necesite para que pueda expresarse o responder. Hay que evitar hacer excesivas preguntas, no se trata de hacer un interrogatorio.
- Dale la oportunidad de expresarse, a pesar de que no se le entienda mucho. No hables por él o ella, permite que se exprese sin miedo y con naturalidad.
- Si el niño dice mal una palabra, corregidle de forma indirecta, repitiendo correctamente lo que tendría que decir de manera natural. Así evitaréis que se frustre o coja complejos por su forma de habla.