Elimina el «siempre» y el «nunca» y crearás «la oportunidad»
Queridos lectores, en esta ocasión quisiéramos abordar un aspecto fundamental en la crianza de nuestros hijos: el poder del lenguaje verbal y cómo impacta en nuestra relación con ellos.
Desde muy temprana edad, nos esforzamos por educar a los hijos con la intención de que crezcan seguros y sean socialmente competentes. Sin embargo, ¿y si parece que el mensaje no les llega como nosotros lo enviamos? ¿Y si, en algún momento, el significado de nuestras palabras cambia para ellos? En este artículo reflexionaremos sobre la forma en que nos comunicamos con ellos y cómo poner en práctica algunas estrategias.
Como padres, una de las grandes dificultades es mantener a los peques seguros. Es natural preocuparnos por su bienestar y reaccionar cuando percibimos un peligro o riesgo ya que sabemos que en ocasiones no lo perciben como nosotros, que ya tenemos más de una experiencia, desilusión y rasguño, pero ¿cómo interpretan ellos nuestro amor y preocupación? Frecuentemente, recurrimos a expresiones como «No, así no», «Ten cuidado», , o «Te vas a lastimar» Y esas palabras tan recurrentes como “siempre haces”, “nunca haces”… son palabras inmediatas debido a una combinación de factores, como la crianza recibida, el estrés, la fatiga y la urgencia en situaciones cotidianas del día a día. Es normal que esto ocurra, por ello, puede ser útil reflexionar sobre patrones de comunicación y practicar estrategias más positivas para fomentar una relación sana y una crianza efectiva. Es útil prestar atención del uso de términos como «SE» o «nunca», lo cual puede influir en la percepción que tienen de sí mismos. Es fundamental evitar estas generalizaciones, ya que pueden transmitir un mensaje de desaprobación en lugar de amor, validación y confianza ya que su autoestima, a falta de experiencias, está condicionada.
En ocasiones es difícil cambiar este tipo de verbalizaciones, por ello es importante reflexionar sobre si estamos creando espacios para transmitir otros mensajes.
Hoy os traigo un pequeño ejercicio, una dinámica exploratoria, en la que, con un ejercicio práctico, dediquemos 15 minutos a observar el juego o pasatiempo de nuestro hijo, como observador o participante, reforzando verbalmente lo que hace, describir en positivo su juego, lo orgullosos que estamos de él o ella, lo divertido y bien que lo hace, lo bien que guían el juego. ¿Cuál es el objetivo de este ejercicio? Buscamos promover espacios donde el mensaje de amor, seguridad y valoración sea transmitido de manera clara y efectiva. Realizando actividades como esta, podemos fomentar un ambiente donde nuestros hijos se sientan amados, seguros y valorados en todo momento, creando un aprendizaje y fortaleciendo el vínculo con ellos.
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