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¿Por qué se resisten los hábitos saludables?

Comer mejor y hacer ejercicio…¿Por qué me cuesta tanto mantenerlo?

«Después de vacaciones, me pongo a dieta» ¿Quién no ha dicho/oído esto alguna vez? Con el deporte parece que pasa lo mismo. Nos apuntamos al gimnasio de moda, al club de running del momento, pero en poco tiempo, dejamos de ir. Los conocimientos sobre alimentación y actividad física han evolucionado muchísimo en las últimas décadas, sabemos mucho sobre los beneficios y perjuicios de los diferentes estilos de alimentación,  sobre qué ejercicios son más eficaces según nuestro objetivo…Tenemos muchos datos científicos, sin embargo, ¿por qué no conseguimos mantener estos hábitos?

¿Por qué no nos mantenemos en forma y en un peso saludable? O peor, ¿por qué estamos progresivamente aumentando nuestra talla? Según la OMS, más de la mitad de la población europea tiene sobrepeso u obesidad. Esto no es una cuestión estética, la verdadera importancia del sobrepeso/obesidad es que se convierte en la puerta de entrada de enfermedades cardiovasculares, determinados tipos de cáncer, diabetes, problemas de sueño, depresión, etc. Con este panorama, lo que parece es que la teoría no basta.

En la alimentación, la práctica del ejercicio físico y en cualquier otro hábito, intervienen diferentes procesos psicológicos determinantes, como la percepción (por ejemplo del tamaño de la ración o de la dificultad de la sesión de entrenamiento); la atención (por ejemplo estar más concentrado en el whatsapp mientras comemos que en la propia comida o centrarnos en el dolor de nuestra musculatura al correr); la toma de decisiones (¿como fruta o pastel de poste?, ¿voy a entreno o me quedo en casa?).

¿Cuáles son las claves para mantener buenos hábitos?

La psicología investiga qué contribuye o dificulta la creación de hábitos y su mantenimiento. Sabemos que los cambios graduales facilitan establecer un nuevo hábito. Resulta más útil y motivador dividir el objetivo final en otros más pequeños, como si de los escalones de una gran escalinata se tratara. No hay nada más efectivo para que un cambio de hábitos fracase, que hacerlo de forma radical y en poco tiempo.

Otra de las claves para tener éxito es planificar y pensar en los pasos necesarios. Por ejemplo, diseñar un menú semanal, cocinar un día y tener para varios (batch cooking,) hacer lista de la compra o pensar el día anterior que hay que sacar algo del congelador podrían ser pasos o incluso objetivos intermedios.

En el caso de la actividad física, podrían serlo informarse acerca de los gimnasios cercanos, ir a comprar unas zapatillas de deporte o conseguir que alguien nos guarde a los niños el tiempo que dura el entrenamiento. El último paso antes de poner en marcha un nuevo hábito, es programarlo. Establecer un día y una hora concretos aumentará en gran medida las probabilidades de hacerlo. De esta manera, después de subir un escalón, iremos al segundo, al tercero…y así hasta llegar al final de la escalinata. O para entendernos, para que un hábito se consolide, además de ir paso a paso, hay que repetir, repetir y repetir.

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