¿En qué consiste el Síndrome de Tourette?
El síndrome de Tourette (ST) es un trastorno neurológico caracterizado por tics motores y vocales involuntarios y repetitivos. Estos tics suelen aparecer en la infancia, entre los 3 y 9 años, y su intensidad puede variar con el tiempo. Aunque su causa exacta no se comprende completamente, se cree que es un trastorno genético relacionado con alteraciones en ciertas áreas del cerebro.
Causa cerebral y fisiológica del síndrome de Tourette
A nivel cerebral, se ha identificado que el síndrome de Tourette está relacionado con disfunciones en los ganglios basales, una estructura del cerebro que regula el movimiento y las emociones. Estos ganglios son responsables del control de los impulsos motores y, en el caso del ST, no logran filtrar o inhibir adecuadamente las señales motoras involuntarias, lo que provoca la aparición de los tics. Además, se ha encontrado que existen desequilibrios en neurotransmisores como la dopamina, que desempeñan un papel clave en el control de los movimientos y en las emociones.
Curiosidades del síndrome de Tourette
Variabilidad de los tics: Los tics en las personas con ST pueden mejorar o empeorar con el tiempo. En algunos casos, los tics disminuyen a medida que la persona crece, mientras que otros experimentan períodos de mayor frecuencia. Los tics también pueden desaparecer temporalmente en situaciones de alta concentración o cuando la persona está relajada.
Tics internos: Además de los tics visibles, algunas personas con ST experimentan tics «internos», como pensamientos repetitivos o la necesidad de decir palabras o frases en su mente, que no se perciben por los demás.
No afecta la inteligencia: A pesar de que los tics son el síntoma más visible, el síndrome de Tourette no está relacionado con el nivel de inteligencia. Las personas con ST pueden tener un cociente intelectual normal o superior al promedio.
Factores que pueden aumentar los tics
Varios factores externos pueden influir en el aumento de los tics. El consumo excesivo de azúcar puede causar picos de energía que alteran el equilibrio emocional, aumentando la frecuencia de los tics. La exposición prolongada a pantallas, como teléfonos y computadoras, también puede generar ansiedad y estrés, intensificando los tics. Además, un estilo de vida sedentario puede agravar los síntomas, ya que la falta de actividad física incrementa el estrés y afecta el bienestar emocional, favoreciendo la aparición de los tics.
La importancia de la intervención terapéutica
Es crucial intervenir de manera temprana para controlar los tics y mejorar la calidad de vida de las personas con síndrome de Tourette. Las terapias conductuales y el manejo del estrés, junto con una rutina saludable que incluya ejercicio físico y una dieta equilibrada, pueden ayudar a reducir la frecuencia e intensidad de los tics. La comprensión de la causa cerebral y fisiológica del síndrome permite desarrollar enfoques terapéuticos más efectivos para el tratamiento y la adaptación de los pacientes.
Lili Massanet– Pedagoga y Experta en Síndrome de Tourette
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