El mutismo selectivo
El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad de la etapa infantil, caracterizado por la ausencia total de discurso en al menos una situación específica durante al menos un mes, a pesar de que el niño posea la capacidad de hablar en otras situaciones.
Se trata de un trastorno poco frecuente, más habitual en niñas que en niños, con inicio entre los 2 y 5 años, con una prevalencia estimada por debajo del 1%. Los síntomas se suelen hacer más manifiestos cuando se inicia la escolarización primaria, así que no se suele diagnosticar hasta los 5-6 años.
Afecta de forma seria al desarrollo social y cognitivo del niño, en tanto que suele presentarse en el entorno escolar. Influye de forma directa en los resultados académicos, en tanto que la mayoría de tareas y actividades realizadas en los primeros años de escolarización exigen al alumno expresarse verbalmente. Además, supone una limitación en las relaciones con los iguales, afectando tanto en el desarrollo social como al autoconcepto del niño.
¿Como distinguir el mutismo selectivo de la timidez?
A pesar de que a los niños tímidos les resulta difícil hablar en situaciones desconocidas o con personas nuevas, al contrario que los niños con mutismo, los niños tímidos suelen responder cuando se les formula una pregunta o empiezan a hablar una vez se sienten más seguros.
Como forma de discriminación entre la timidez extrema y el mutismo selectivo, se considera una duración temporal de la síntomas de al menos un mes, periodo a lo largo del cual los niños tímidos suelen ir adaptándose a las nuevas situaciones.
Además, a diferencia de la timidez, en el mutismo selectivo se presenta una elevada ansiedad y el quedarse callado en situaciones específicas podría considerarse como un intento disfuncional de regulación emocional.
Así que el niño con mutismo selectivo no permanece callado con el fin de aislarse o molestar a los demás, sino que no se siente capaz de interactuar en un tipo de situación específica o, el hacerlo, le genera un malestar elevado, que le lleva a evitar la interacción social.
Autor: Lidia Gispert (Psicologa, Especialista infantil-juvenil)
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